Néstor Peralta: Un médico ejemplar

Hace como seis décadas y un poco más, llegó a Cabimas el Dr. Marcelo Charelli, instaló su consultorio diagonal a la “calle del hambre”, en pleno casco central de Cabimas, fue egresado de la UCV como médico cirujano, profesión que ejerció de manera exitosa, ganándose el cariño y respeto de sus pacientes a quienes curó de muchas enfermedades y dolencias.

 No había padecimiento que no enfrentara, practicó las especialidades de homeopatía, acupuntura y medicina natural, muy populares y aceptadas en Europa y china por su efectividad y no generar efectos colaterales, pero sus colegas le criticaban pues no entendían como sacaba adelante sus pacientes con “hojitas, agujitas y góticas “, al punto de afirmar que estaba desprestigiando la medicina; no hay peor enemigo en una profesión que un colega.

 Al llegarle un paciente, no veía un amasijo de piel, huesos y músculos, percibía algo más, quizás miraba un alma atormentada por algún mal mental o espiritual, entendió que el hombre está formado por Cuerpo, Alma y Espíritu, de allí partía su amplio conocimiento en la ciencia médica, un desequilibrio en alguno de estos elementos propicia una enfermedad, le llevaba bastante ventaja a sus colegas formados solo para atender un cuerpo físico.

 Fue fundador de la Comuna Espiritual Universal, y convocado por la Respetable Logia Ricaurte de Cabimas logrando escalar varios cargos dentro de la Masonería, partiendo de allí podemos decir que fue un hombre creyente en DIOS, de una manera muy amplia y con mente abierta, uso sus conocimientos médicos y espirituales en beneficio de sus pacientes que luego se convirtieron en amigos a quienes visitaba cuando enfermaba algún miembro de la familia.

 Muy buena gente, culto, juguetón y buen conversador, no discriminaba personas, a pobres y ricos atendía por igual, cuando le llegada un paciente que requería de otra especialidad no dudaba en remitirlo a donde debía ir, recuerdo que mi madre me llevó con él, siendo niño, asmático crónico.

Nos envió con el doctor Adolfo Urrutia (q.e.p.d) que tenía su consultorio en la avenida Carnevalli, luego de un año de tratamiento me cure, no fue Charelli, pero nos indicó el camino a seguir, sus pacientes evolucionaban satisfactoriamente, llegaban en silla de ruedas, y al tiempo, solo necesitaban bastón para caminar.

Hubo otros episodios de casos extraños a quienes les decía sin reparo: anda donde fulanita  allá en lo médanos  porque a vos te hicieron una maldad  y decile que vais de mi parte.

En otra oportunidad una doña llevó a su hija con dolores de cabeza y ataques de pánico, la consultó y le preguntó que si tenía novio, esa pregunta detonó insultos contra el doctor, ambas salieron insultándolo y diciéndole hasta del mal del que se iba a morir, y por supuesto, el clásico portazo al salir del consultorio, pero el tiempo, le dio la razón a Charelli, a los pocos meses de ese incidente, la moza se casó y cesaron sus desarreglos mentales y físicos.

Está demostrado por la ciencia médica que una persona sometida a estrés o angustia, tiene odio, rencor y deseos reprimidos es  propensa a padecer de muchas enfermedades en las que se cuenta el cáncer, individuos que se tragan sus soberanas rabias y emociones (diga usted el nombre correcto) pueden sufrir de problemas en el corazón o daños  cerebrales, a eso le llaman los expertos somatizar (tu cuerpo grita lo que callas), de allí la necesidad de hacer algo de  ejercicio, tener buenos hábitos alimenticios, llevar la vida con calma, practicar la tolerancia y empatía, no está demás profesar alguna religión o filosofía de vida para hacerla un poco más llevadera en estos tiempos que al parecer son los últimos por tanta maldad y cosas incoherentes e incomprensibles que vemos a diario.

Desde principios de la humanidad, el hombre en la necesidad de vivir a plenitud, toma todos los recursos que le da el universo  y sus conocimientos  que pasan de generación en generación , es en la naturaleza y en su creencia en un Ser Superior que tiene muchos  “ayudantes” (santos, ángeles, deidades, entidades, etc.) al servicio del mortal que siempre acude ante un intérprete ( sacerdote, curandero, shaman ) para curar sus males , hay energías que sanan, algunas perturban, otras destruyen, y lo sabemos, pero la medicina del “hombre blanco”  hace caso omiso a esta realidad .

Muchos relatos que contar de este insigne hombre que estuvo en la tierra a hacer lo que tenía destinado:  dar salud al prójimo.

El Dr. Marcelo Charelli partió al Oriente Eterno en el año 2010 a los 82 años de edad, se dice por allí, que tuvo 36 hijos,  hizo muchas buenas obras,  un sinnúmero de ellas quedaran en el anonimato,  porque el practicaba la premisa: que tu mano izquierda no sepa lo que haces  con la  derecha…dejó un gran vacío en la Costa Oriental del Lago, hay muchos médicos buenos, no me quejo, pero siempre hace falta uno que mire más allá:  eso que no se ve,  lo impalpable, lo indetectable en exámenes de fluidos e imágenes.

 Periodista Néstor Peralta/CNP : 7371

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