Las famosas parteras de Lagunillas

Ellas permitieron que miles de personas llegaran a la vida en los tiempos cuando la distancia obstáculo y la asistencia médica cuesta arriba. Ofrecieron su sabiduría y experiencia en favor de muchas madres, y se ganaron el respeto de todos los habitantes.
En la zona de Tasajeras fueron muy famosas Margarita Díaz de Estrada y Sara Nava de Urribarri; en Ciudad Ojeda una partera muy reconocida fue Mireya Nava de Ramírez, mientras que en el populoso sector de Las Morochas una de las más famosas fue Leopoldina Acurero conocida como Mama Leopolda, la cual se puede observar en la gráfica.
Eran mujeres que asistían a las parturientas, generalmente carecían de conocimientos científicos para la atención de la gestación, del parto y de los procesos y alteraciones que se pueden producir en cualquiera de estos momentos; sin embargo, contaba con un cúmulo de conocimientos transmitidos de generación en generación y basados en la práctica de muchos años.
Las comadronas eran mujeres generalmente maduras, con hijos y formaban parte de la comunidad en que prestaban sus servicios. Tijeras esterilizadas, guantes, inyectadoras y agua tibia eran los implementos empleados para asistir al alumbramiento.
La partera no permitía la permanencia de otras personas en el cuarto, había alguien que se quedaba afuera para recibir instrucciones de lo que hacía falta pero adentro sólo estaban la partera y la parturienta.
Cuentan que cuando tenia que atender un parto, se movilizaba en lo que fuera con tal de llegar, a cualquier hora, del dia o la noche. Las comadronas eran mujeres voluntariosas, dispuestas durante las 24 horas del día a auxiliar a quienes las requirieran.
De acuerdo con el historiador Orlando Arrieta, el pudor prolongó la práctica casera durante varias décadas, pese a la inauguración de centros asistenciales. Muchas sentían vergüenza de dejarse ver por los médicos, por lo que preferían dar a luz en sus hogares.
Leopoldina Acuerdo, conocida como mamá Leopardi, muy famosa, natural de las Morochas, en esta comunidad existía una partera por sector, de manera que las mujeres no tenían que salir corriendo para otros lado sino que ellas iba hasta su casa’’.
Por mucho tiempo fue conocida por ser las responsables de que los niños de las moradoras llegaran en buen estado, para seguir probando las populosas zonas que conformaban, en aquel entonces, la localidad.
HASTA EN BURRO
La tradición cuenta que cuando tenían que atender un parto, se tenía que movilizar en burro, bicicleta, camión, lo que fuera, con tal de llegar, a cualquier hora del día o la noche.
Muchas veces, sólo recibía las gracias de los familiares, con escasos medio económicos.
Las parteras de entonces eran mujeres auto dictadas, que no tenían ninguna preparación ni entrenamiento ni educación especial. Ejercían el arte de la obstetricia siguiendo las normas empíricas recibidas por la tradición oral, a través de las comadrera más antiguas, y de su propiedad experiencia, pues, siguen aparece, debían, ser madres antes de ejercer como parteras.
Francisco Chávez/Primera Edición Col