Benito de Palermo: El santo negro con un  corazón ardiente de amor hacia Dios y su Madre Santísima  

Diciembre es el mes  en el cual los tambores de los chimbangueles anuncian las fiestas en honor al Santo Negro, San Benito de Palermo,  copatrono de Cabimas, su día  es una celebración donde se mezcla lo religioso con lo  popular y  que concentra una gran multitud de seguidores entre devotos y  fieles que acuden a una cita obligada  para  rendirle culto cada 27 de diciembre.

Por 200 años se ha venido celebrando en este pueblo de la Costa Oriental del Lago a San Benito de Palermo, hijo de esclavos de Etiopía con apellido Italiano,  quienes tomaron de su patrón el apellido de Manasseri . Benito Manasseri Larcan, nace el 21 de marzo de 1524 en San Fratello, en la provincia de Messina de Sicilia, ubicada sobre el monte Nébrodi, a 675 metros sobre el nivel del mar.

La escuela de Benito fueron sus padres quienes lo enseñaron a ser piadoso y caritativo pero sobre todo católico, creció lleno virtudes y desde la infancia hizo presagiar su destino. Su niñez estuvo  privada de los juegos infantiles; se inclinaba mucho a la piedad; y su corazón era ardiente de amor hacia Dios y su Madre Santísima.

Según su biografía, Benito a los 20 años decide consagrarse al servicio del Dios, después de haber escuchado la voz de Jesús, quien le invito a vendes sus Bienes y a incorporarse a la vida cristiana. Vendió toda cuanta tenia, repartiendo el dinero entre los pobres para luego buscar en el Eremitorio de Santa Doménicaa Girolamo Lanza, eremita y siervo de Dios quien lo iniciaría en la profesión religiosa.

Las virtudes de Benito no podía esconderse, los ciudadanos de Caronia, de Santa Doménica y del mismo San Fratello visitaban al eremitorio donde estos religiosos transcurrían la vida en penitencia; pero iban sobre todo en busca de Benito, que se distinguía entre ellos. A él recurrían los fieles para encomendarse en sus oraciones, que no solo eran escuchadas, sino que a menudo estaban acompañadas de verdaderos milagros

Después de 17 años de vida eremítica, durante los cuales se había distinguido por piedad, rigor, disciplina y santidad, dec ide ingresar luego de un mensaje de la Virgen a la Orden de los Frailes Menores Reformados. Su celda carecía de adornos: un saco de paja como lecho que utilizaba cuando no dormía sobre la tierra desnuda, una cruz dibujada en la pared con carbón, una imagen de papel que representa a la Santa Virgen y otras imágenes sin adorno que representan los Santos de su devoción. Su vestido era de lana tosca y remendada, y que no cambiaba hasta que la misma se desasiera de vieja y usada, porque lo consideraba un pecado de ostentación y poca humildad. Las palabras del Divino Maestro: “Todos los que estáis cansados y oprimidos venid a mí y yo os consolaré” (MT 11,28), son las palabras puestas en práctica por Benito. Su fama de santidad, primero como eremita y después como Fraile Menor, sus virtudes preclaras, su ejemplo luminoso se difundieron rápidamente y el pueblo de Dios acudía a él.

Eran las 19 horas del 4 de abril de 1589, martes después de la fiesta de pascua de resurrección, a la  edad de 65 años Fray Benito fallece.   

Benito hizo tantos y tales milagros durante su vida mortal, y aún más después de su muerte, que puede ser definido sin duda, como un San Antonio de Padua, un mago, en vida sanaba enfermos, después de haber orado con férvida fe, con sólo el signo de la cruz, con el contacto de su mano, o ungiendo al enfermo con el aceite de la lámpara que ardía ante el altar de la Santa Virgen. Después de su muerte, los enfermos sanan tocando una reliquia suya e invocando su intercesión.

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