Un joven de Ciudad Ojeda que llevó su arte chocolatera a Buenos Aíres

Un joven de Ciudad Ojeda lleva el arte venezolano de hacer chocolate a la exquisita ciudad de Buenos Aíres, Argentina.

En una popular chocolatería de Buenos Aíres, Pedro Pacheco insistió para formar parte del equipo, dada su experiencia en Ciudad Ojeda, estado Zulia.

Digamos que con este zuliano se dió la expresión “Tocar la puerta no es entrar”…solo lo intentó.

Quienes tuvieron la experiencia de visitar XocolArt conocen muy bien la calidad del chocolate en ese café.

Pedro Pacheco nació hace 34 años en Ciudad Ojeda, y al inicio nada lo destinaba a convertirse en el encargado de la chocolatería de Betular Pâtisserie.

“Convertirse en chocolatero no es algo que tenía pensado, sino más bien algo que “le cayó encima como un bloque”, según dijo para una entrevista para el medio TN de Argentina.

Hijo de un ingeniero y de una comerciante, su familia esperaba que fuese “ingeniero, comerciante, abogado, o cualquier otra cosa que se conocía en el medio”, pero para nada cocinero.

Fue desde Venezuela a Argentina, y cuenta el medio que “persiguió” a Damián Betular, se coló en su cocina y ahora es su chocolatero estrella.

Sus inicios como chocolatero fueron en un instituto gastronómico de Maracaibo con la plata que tenía en el bolsillo para pagar otro semestre de contaduría.

Su decisión provocó un verdadero malestar. Pronto sus padres le dijeron que se mantuviera solo, algo que ahora les agradece.

Tras recibirse de gastronómico, Pacheco pasó por varias cocinas y por las vueltas de la vida, en 2009, terminó ayudando en dos oportunidades en eventos al reconocido chocolatero mexicano José Ramón Castillo.

Este último le vio “pasta de chocolatero” y le hizo una propuesta que no pudo rechazar: hacer un taller intensivo en su fábrica-escuela en México.

“Fue como un golden ticket”, dijo Pacheco a TN, en alusión al ticket dorado que Willy Wonka escondió en tabletas de chocolate y le cambió la vida a Charlie Bucket en el libro Charlie y la fábrica de chocolate de Roald Dalh.

“Nunca quise esto, fue todo al azar. Hasta entonces nunca me había interesado la pastelería ni la chocolatería”, se sinceró Pacheco. Pero le puso todas las ganas y fue el primer extranjero en salir de la escuela de Castillo.

Poco después abrió la primera chocolatería de vanguardia del estado de Zulia, XocolArt.

Según dijo, era todo un desafío “vender chocolate en una ciudad donde permanentemente hace 36 grados centígrados”.

Primero Pacheco elaboraba su producción de noche, en la cocina de una pequeña rotisería que en ese entonces tenía su mamá.

Y así salió a la conquista del mercado. De evento en evento, de boda en boda, el boca boca hizo el resto.

“Tuvimos una muy buena recepción porque mi ciudad es una ciudad de inmigrantes, con alemanes, franceses, austríacos, italianos, españoles, gente que estaba acostumbrada a consumir chocolate”.

Ese nicho se fue extendiendo y pudo abrir su local propio, hasta que en Venezuela “las cosas se pusieron muy graves”.

La crisis económica y política que atraviesa su país le puso un freno a sus sueños.

En 2016 dejó el local que “camina solo y se mantiene” en manos de familiares y, al igual que millones de compatriotas, decidió que era tiempo de emprender una nueva aventura.

Hacía un tiempo que Pacheco quería profundizar sus conocimientos en pastelería en el exterior, y la opción que más le cerró era la Argentina, donde ya vivía una hermana de su esposa.

Del país, Pedro dijo que le “encantó el asado y el clima”. Se inscribió en el IAG para cursar pastelería y “lo que iba a ser un viaje de ocho meses a un año se alargó y se alargó” tanto que se terminó quedando.

“Conseguí trabajo como jefe de producción en pequeñas fábricas de chocolate, me casé y tuve una hija argentina”, agregó Pacheco.

Interesado por lo que hacía Damián Betular como Chef Ejecutivo del Palacio Duhau, intentó contactarse con él, pero no lo lograba.

“Damián era el que estaba haciendo lo que más me llamaba la atención a mí”, explicó Pacheco sobre por qué lo quería conocer.

Pacheco no se dio por vencido y, astuto, decidió hospedarse una noche en el Duhau con su esposa.

Ya como cliente, pidió ver la cocina. Ese día no estaba Betular, pero sí pudo hablar con su sous-chef. Allí comenzó “un trabajo de hormiguita para pedirle que me hicieran parte del equipo. Le partí la cabeza, todos los días le mandé un mail, todos los días un mensaje de Whatsapp que decía ‘quiero trabajar allí, quiero trabajar allí’”.

La insistencia de Pacheco dio frutos y finalmente le dieron la oportunidad de probarse.

“El Duhau no tenía chocolatería en ese momento, la hacían los pasteleros. Adaptaron un cuarto que tenían y a partir de allí la producción fue un boom”, dijo.

Aunque nunca fue fijo en el hotel, logró establecer un vínculo de respeto mutuo y confianza con Betular.

Pedro sabía que el exjurado de Masterchef y Bake Off estaba por abrir su local, pero jamás se imaginó que iba a formar parte de él.

“Hablamos del proyecto en algún momento, pero no concretamos nada. Yo sabía quer buscaba gente joven para mantenerse actualizado”, dijo.

Por eso, cuando lo convocó fue toda una sorpresa. Un mes y medio antes de abrir, Pedro estaba de viaje por Estados Unidos cuando Damián Betular le mandó una foto del uniforme.

“Me dijeron que llegas el 4, yo te espero el 5″, le escribió Betular. Y así fue que lo convenció, con un mero mensaje de Whatsapp.

Como jefe, Betular le dejó “mucha libertad, siguiendo ciertos parámetros”, dijo Pacheco.

“Me encanta que te pone retos muy altos, pero te da los medios para lograrlos”, agregó. “Nunca había tenido un presupuesto para lograr lo que yo siempre quise, y eso te lleva a otro nivel”, destacó en ese sentido.

Sobre la materia prima que usa, Pacheco resaltó que “acá todo es natural, no usamos ninguna pasta de nada”.

“Damián apoya mucho a todos los sectores, le pedís los mejores productos y te los da”, agregó.

La chocolatería ocupa una parte central en la imponente vidriera de 15 metros de largo que es todo el orgullo del local de Betular.

Cada día, Pacheco, su “mano derecha” la chocolatera Micaela Stegman y una aprendiz producen entre 800 y 1000 bombones, trufas y tabletas de chocolate.

En total, son más de 60 kilos de chocolate Valrhona -considerado uno de los mejores del mundo- los que pasan por las dos máquinas derretidoras que tienen a su disposición.

Sobre la carta, Pacheco dijo con orgullo que se trataba de “su menú” pero “con los parámetros de Betular”.

“Él me pidió que hiciéramos uno de dulce de leche, pero no hicimos cualquier bombón, sino uno de dulce de leche y ron añejo”, dijo a modo de ejemplo. También insistió en que “hay mucho trabajo detrás de cada bombón”.

Entre pruebas y correcciones, tardaron alrededor de un mes en elaborar la carta, que completan otras 14 delicias como bombones de limón, mango y vainilla, maní y frambuesa o malbec con todo el glamour de la bombonería moderna; algunos lingotes de chocolate y naranja o chocolate y avellana; y trufas de frutos rojos, café o avellana, entre otros.

Sin embargo, el producto estrella de la chocolatería es una tableta de chocolate rubio con inclusiones de frambuesa liofilizada, sal marina patagónica y nueces pecán con caramelo.

“Es el best seller, es una combinación de dulce, ácido, salado que va muy bien con el chocolate” y se vende por unos 900 pesos.

Según contó Pacheco, Betular no quería que su tableta sea rectangular, como las tradicionales, y optaron por hacerlas redondas. Para eso, se inspiraron en…. las manijas del local.

El papel de Pacheco y Stegman en la Pâtisserie es clave, porque la chocolatería produce además insumos para otras áreas, “como cintas de chocolate o pistachos partidos para las tortas” o las barritas de chocolates de los “pains au chocolat” de la panadería, explicó el chocolatero venezolano sobre su trabajo.

“Algunos fines de semana hubo hasta tres horas de cola, la fila daba toda la vuelta por la cuadra”, indicó a TN Abdala, el gerente del local.

Así que si está en Buenos Aíres, y eres venezolano, sobre todo zuliano, o quizás de Ciudad Ojeda, no dejes de visitar Betular; allí estará Pedro Pacheco esperándolos con el mejor sabor del chocolate.

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