Con la Santa Eucaristía. La Catedral de Cabimas reabrió oficialmente sus puertas a la feligresía

Siguiendo las normas de bioseguridad establecidas por el Ejecutivo Nacional y la OMS contra la Covid-19, la Catedral “Nuestra Señora Virgen del Rosario” de Cabimas reabrió oficialmente sus puertas a la feligresía para predicar la Santa Eucaristía este sábado.
El celebre evento para los devotos católicos del municipio zuliano se da tras casi ocho meses de haber comenzado la pandemia en Venezuela por la enfermedad del coronavirus.
Sobre esto, el padre Gustavo Liscano expresó alegría ante la reapertura parcial de la Catedral de Cabimas para la celebración dominical de la santa misa. «Es un gran comienzo y estamos haciendo los esfuerzos para que nuestro templo sea un lugar seguro y no sea uno que propicie contagios de coronavirus», expresó.

Actualmente, la iglesia “Nuestra Señora Virgen del Rosario” se encuentra bajo la normativa de predicar la palabra con un aforo de 40% de sus espacios, es decir, solo pueden entrar 80 personas, incluyendo asistentes de misa, el padre, el coro y los feligreses, quienes deben anotarse previamente para obtener un cupo de ingreso.
Además, como protocolo de entrada al santuario de oración, se desinfectaron todos sus espacios y quienes deseaban entrar debían limpiar las suelas de sus zapatos en tapetes, someterse a un escaneo de temperatura y limpiarse las manos con gel antibacterial.

Una de las feligreses que hizo presencia en la Santa Eucaristía de hoy fue María Carolina de Prieto quien expresó en entrevista con este medio «Me siento feliz porque pertenezco a un grupo de apostolados y hago vida aquí en la Catedral. Tenía meses esperando está reapertura para poder asistir a la misa».
También, la devota apóstol animó a la comunidad de Cabimas a anotarse en la lista de entrada y disfrutar de la misa dominical. «No podemos abandonar al señor […] estamos en una temporada de crisis y de pandemia en la que todos necesitamos del amor de Dios», aseguró la señora de Prieto.

Con mayor fervor al usual, la cantidad reducida de feligreses disfrutaron de su misa a través de su canto unido a las voces del coro, de la silente oración de algunos para enviar sus lamentos y esperanzas a Dios, de la ofrenda pequeña pero presente y de sus deseos de volver a asistir al templo prontamente.