Las emociones afectan tu dolorida espalda

Puede comer una dieta saludable, ejercitarse religiosamente y seguir todas y cada una de las recomendaciones de su médico, pero no importa cuán saludable o bien acondicionado esté su cuerpo, en algún momento empezará a sentir dolor, uno de los más comunes ocurre en la espalda, afectando a millones de personas en todo el mundo.

Hay muchas maneras clínicas de tratar a la gente que sufre esta condición debilitante, sin embargo, entender la conexión la mente y el cuerpo podría ofrecer una nueva alternativa.

El dolor crónico es algo que interfiere con todos los aspectos de la vida diaria, la persona no se puede concentrar, no recuerda las cosas, afecta su apetito, su sueño, entre otras cosas. Son más que sensaciones desagradables viajando a través de su sistema nervioso, afectando su percepción, sentimientos y pensamientos. En un pequeño estudio, los pacientes que estaban bajo angustia mental o que tenían dolor crónico en la espalda tenían tres veces más probabilidades de sentir más sufrimiento que aquellos que tenían mejores habilidades de afrontamiento.

Es por ello que se determinó que el estrés y el dolor pueden convertirse en un ciclo vicioso. El individuo puede estar sintiendo el malestar y a la vez manifestar ansiedad y estrés por ello, sin embargo, este último puede provocar que los músculos se tensen, lo que aumenta el dolor aún más. De igual forma, el miedo puede ser también perjudicial, esto se debe porque algunas personas evitan las actividades ya que temen que podrían empeorar su dolor, hacer esto eventualmente debilitará el cuerpo hasta el punto de que, incluso, si se desea finalmente salir y hacer algo, no se tendrá la fuerza para hacerlo.

¿La ira aumenta el dolor?

Aunque comúnmente se relacionan, en los casos de los problemas de espalda no hay cambios perjudiciales, es decir, algunos individuos han detallado que cuando expresan la ira que llegan a sentir, pueden notar como su dolor de espalda se mantiene en un estado normal y no se incrementa como en los casos de estrés. Por otra parte, cuando se trata de reprimir la ira para no manifestarla ante las personas, los dolores aumentan de forma exponencial, es decir, tratar de inhibir esta emoción se traduce en más dolor para la persona.

En el Centro Médico Universitario Rush, se llevó a cabo un experimento donde el Dr. John Burns y sus colegas examinaron el dolor de espalda entre los participantes en un experimento. Se les pidió que trabajaran en un laberinto de computadoras mientras eran interrumpidos por una presencia molesta e instruyeron que no mostraran ningún signo de ira, o hablaran de cómo se sentían.

En una segunda oportunidad, los participantes pudieron hablar de sus frustraciones. Los investigadores observaron la tensión muscular, la presión arterial y la frecuencia cardíaca en ambos casos, curiosamente, no hablar de sus sentimientos ni expresarlos se asoció con mayores niveles de tensión muscular y dolor.

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